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El cuidado: ¿Llamado espiritual de la Diosa o mecanismo de opresión a la mujer?

Actualizado: 8 sept 2020


El cuidado es la forma más tangible en la que experimento a Dios/Diosa y lo divino. Toda mi vida he sentido ese cuidado del Amor, en mi familia, amigas y amigos, y sobre todo en personas a veces totalmente desconocidas. Cuando cuido, entro en comunión, me hago responsable del llamado de Dios en lo cotidiano. Este entendimiento de la manifestación del Amor en mi vida entró en tensión cuando el tema de los feminicidios el año pasado en mi país me resultó abrumante y desgarrador. Les quiero compartir la escena en que más sentí está tensión: organicé un conversatorio con el tema de la deconstrucción de la sexualidad femenina, en el cuál participaban hombres y mujeres, fue largo y removedor la reflexión que se generó. Encontré que en el fondo, tanto hombres como mujeres estamos igual de dañados y lastimados por las formas patriarcales que se nos imponen. Sentí un profundo dolor por el dolor de los que allí compartieron, y veía como se lastimaban unos a otros desde la herida no resuelta de ninguno.


En fin, con todo esto en el corazón, regresé a casa y traté de reconciliar el sueño, hasta quedar profundamente dormida. Desperté a la mitad de la noche con lágrimas en los ojos, con un miedo descomunal y mucha frustración. Descubrí que había un grito ahogado en el fondo de mi corazón queriendo ser escuchado que aprovechó el momento que menos estaba a la defensiva. Dolor, muchísimo dolor. Me dejé sentirlo, que fluyera y encontrara salida. No podía dejar de pensar en las familias de las mujeres que habían matado o habían desaparecido los últimos meses y años. Estaba sintiendo su dolor, o bueno, creo que ni la mínima parte del suyo y no podía más con él. Mientras conversaba con Dios, en ese momento la divinidad tomó el rostro de Jesús, y hablé con él, le compartí mis lágrimas y miedos. Él me escuchó atentamente. “Toda la vida me has cuidado, nunca me he sentido sin ti y ahora lo veo, pero y ¿quién las cuidó a ellas?” le reclamaba, pero no sentía enojo, solo dolor y más dolor. De repente me sentí como si estuviera ocupando el lugar de ellas en el momento de verse amenazadas y lloré otro rato más. Jesús solo escuchó y se quedó.

Después de este evento, sentí la invitación muy concreta de hacer algo al respecto. Decidí organizar un círculo de mujeres, y también ir a la marcha el 8 de Marzo (8M). Ahí pude encontrar mucha liberación, porque como decía: cuidar para mi es hacerme responsable del llamado de Dios. Cuidar la relación con Ella/Él, es cuidar en el mundo.


Siempre me he sentido llamada a acompañar mujeres en sus procesos de liberación, pero no tanto desde la lucha social clásica -tomando las calles, luchando por que cambien la ley, etc.- si no desde un acompañamiento cercano, desde las relaciones de escucha, de deconstrucción en espacios seguros, de ser vulnerables juntas y de reapropiarnos de lo que somos en realidad. Sé esto desde que llevé por un año un círculo de mujeres en situaciones de violencia intrafamiliar en la universidad, he estado en círculos de mujeres medicina en varias ocasiones, y ahora acompaño a algunas mujeres en lo individual.


Nunca me había cuestionado si yo me sentía oprimida por ser mujer seriamente, y creo que gran parte de esto es por los privilegios con los que he vivido, pero por otro, no había sido el momento de verlo hasta ahora. En el fondo, las historias de las mujeres que he tenido la bendición de acompañar y presenciar son mi propia herida que se encuentra constantemente en tensión entre el cuidado y el sometimiento, el cuidado y la desvalorización. En mi interior están los dos dinamismos en tensión constante, por un lado el cuidar como llamado divino de la Diosa Madre que es auténtico, y por otro la historia del linaje femenino en el inconsciente colectivo -que ha sido tejido por la historia de miles de mujeres- que se siente oprimido y sometido por el mismo acto de cuidar.


Otra tensión dinámica en mi interior que deriva de la misma cuestión anterior es: siento mucha rabia de sentir tanto y de ser la vulnerable ante el otro, cuando al mismo tiempo sé que esa vulnerabilidad que se expresa es una cara de Dios en mí, pero en el entramado social aprendido es sometimiento y debilidad. Estoy en el camino de la deconstrucción de lo que es la Madre Dios, lo que es el cuidado y a lo que me siento invitada a liberar en el interior, para ser liberación para otras y otros. Les comparto una oración inspirada en esto para La Divinidad.


El cuidado de la Madre Dios
Eres la tierra del más sublime Amor,
La que sostiene la vida
Más que la fuente que nos baña,
El agua que en la piel se siente y la piel misma,
El alimento que satisface y el hambre que nos mueve a buscarle
Madre,
Tú que cuidas y proteges hasta el final
Que de nadie nunca te olvidas
Enséñanos a ser como tu
Acompáñanos al acompañar
Arrópanos al arropar
Haz que tu danzar en nuestros corazones
Maraville en lo íntimo y lo compartido
Que la intuición que viene de ti
Se convierta en voces, luces y caminos para todos los seres del mundo


Ana Belén Leal Literas Oaxaca, México


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