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Flexibilidad laboral: ¿Una nueva forma de alcanzar la paridad de género?

Actualizado: 25 nov 2020

En alguna clase, comenzando la universidad, un maestro se acercó a nosotros y nos preguntó si considerábamos que existía paridad de género en el ámbito laboral. Un poco ilusa, contesté que la paridad no era total, pero que era algo que estábamos comenzando a ver en el campo profesional. Al día de hoy, me sigo arrepintiendo de esa respuesta, pues me doy cuenta que no hay nada más alejado de la realidad.


Por supuesto, cuando contesté esa pregunta, todavía no me había enfrentado a las frustraciones de lo que significa ser mujer en la vida laboral, ni tampoco me daba cuenta lo que representa mi género para el mundo de la abogacía en la (machista) sociedad mexicana. Hasta ese momento, nadie me había dicho que si enseñaba mis piernas en una falda, nadie me iba a tomar en serio.


Creo que algo complicado de ser mujer hoy en día, es que puede estar cambiando una realidad exterior (más mujeres ejercen una vida profesional activa y espacios que antes se asociaban a hombres hoy cuentan con más mujeres), pero sigue sin suceder un verdadero cambio de consciencia y de percepción de lo que implica el concepto de paridad de género. Ello, pues tenemos un modelo laboral y una economía que perpetúa y amplifica la diferencia entre géneros y que sigue sin crear modelos que beneficien y erradiquen estas diferencias.


Es imposible pensar que exista paridad si no existen los apoyos a un género que históricamente ha sido marginalizado y constantemente excluido, tanto de la vida laboral, como de la vida pública.


Celebro que actualmente más mujeres tengan voz y estén despertando, sacudiendo el mundo para hacer valer sus ideas, siendo cada día más activas y visibles. Sin embargo, no puedo dejar de sentirme frustrada por la brecha que se genera en la carrera profesional de tantas mujeres, cuando se podría considerar que están en posibilidad de tener (o no tener) hijos. En entrevistas de trabajo, me han preguntado incontables veces si me quería casar o tener hijos, como si eso estuviera peleado con la vida profesional, o si fuera hacerme menos productiva.


Al día de hoy, existen incontables estudios que comprueban que las empresas con mejores resultados, son aquellas que tienen mujeres en cargos directivos (C.F. Libro: Womenomics), entonces: ¿por qué siguen sin integrarse las mujeres plenamente a la economía y a puestos de dirigencia política? La respuesta es compleja, pero la pandemia nos ha dado luz acerca de una posible herramienta: se requiere flexibilidad y una verdadera disposición de cerrar esta brecha. ¿Cómo?


Tras ver el ejemplo de muchas mujeres brillantes y destacadas veo que una de las claves para una mayor integración de las mujeres hacia puestos de dirigencia, es aspirar a crear un modo de trabajo que logre brindar flexibilidad a ambos géneros con horarios laborales o trabajo desde el hogar.


Si algo nos ha enseñado esta pandemia, es que se puede trabajar desde todos los lugares posibles y que un mundo en el que mujeres y hombres consigan mejores tratos profesionales, con mayor flexibilidad laboral gracias a sus empleadores es posible. Tenemos que repensar el modelo actual en el cual se privilegia el tiempo trabajado sobre la productividad, en el que existe tanta culpa y juicio al rededor de atender responsabilidades familiares tanto para hombres como para mujeres. Un modelo que está listo para romperse y que asocia el sexo femenino al hogar. Cuando en realidad: el hogar no tiene sexo.


Tenemos que dejar de reproducir conductas sexistas, así como dejar de llamar "patrón" a ese trabajador que sale unas horas antes a recoger a sus hijos, o juzgar a esa mujer por salir unas horas antes. Cuando en casa, esta no llega a descansar, sino que comienza lo que algunas llaman su "segunda jornada" que es igualmente demandante (o más). Tenemos que privilegiar tratos laborales inclusivos, horarios más flexibles, trabajo desde el hogar para que tanto mujeres como hombres puedan llevar una vida laboral sin estigmas. Sin ser discriminadas por el mero hecho de poder dar vida.


Esta flexibilidad laboral que nos ha enseñado la pandemia parece una gran forma de compensar esta brecha que se genera en la vida profesional de las mujeres. Cerrar esta brecha no solo es posible, pero es necesario. ¿Estamos dispuestos a cambiar nuestra forma de trabajar?



-Teresa Jacques Valenzuela

twitter: @terejacques

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